Desde enero hasta la fecha Google en Chile registra más de 120 mil formas similares de realizar esta pregunta. En wiki how esta interrogante ha sido vista 195 mil veces, mientras que otras interrogantes del tipo “cómo hacer que mi computador sea más rápido” han obtenido 45 mil. Sí, está leyendo bien. Hay gente que busca en algoritmos respuesta a sus sentimientos personales. Lo espiritual no lo hace nada de mal: más de 50 mil chilenos en el mismo periodo de tiempo le preguntaron a Google aspectos relacionados a “cómo saber si Dios existe”.

Señores, estamos hablando de dos de las preguntas quizás más relevantes en la vida del individuo. Por lo mismo creemos que es válido cuestionarse el por qué alguien posiblemente inteligente, capaz de sentir y pensar por sí mismo, delegaría en Google un acto típicamente personal, íntimo y/o propio.

 

Para mi estos datos son más que una anécdota. Son profundos. Dan cuenta de una cultura. De un fenómeno progresivo. Si bien todos comenzamos más o menos igual, preguntándole a Google sobre los zapatos o la pelota más barata, o cómo encontrar el mejor servicio o restaurant del sector, las tendencias y datos que estos buscadores muestran dicen claramente que hubo un grupo que decidió ir más allá, buscar aspectos más transcendentales, preguntas profundas y esperar que estos buscadores les den una respuesta.

¿Cómo dejamos que ello pasara? Tengo una teoría. La llamé efecto template. Un template es una planilla que se llena con información. En la era digital vivimos rodeados de templates en los que ponemos los datos que nos pide y casi por arte de magia se automatiza la información y aparece el resultado que esperábamos. Gran parte de los software funcionan así. Y está bien. Es necesario automatizar información.

El problema es cuando automatizamos nuestra intimidad. Twitter, Facebook, Instagram y toda red social, lo primero que nos piden es que le digamos en qué estamos. Trabajo, ocio, pareja, deporte, da lo mismo. Eso es el estatus. Y esa pregunta hoy permeó nuestra forma de ver el mundo, porque vemos a la sociedad como un espacio en el que se puede responder esa pregunta de forma constante y casi sin filtro alguno. ¿Qué estamos haciendo? Dilo en la red social, para eso están. ¿Con quién me debería contactar? La sugerencia de la red social se transforma en el contacto ideal o el amigo con quién querías conversar.

Nos acostumbramos a eso. A responder el status en las redes. De pronto pareciera que ya no queremos pensar, y frente a cualquier inquietud preferimos que un tercero la responda. Sé que suena ridículo, pero hemos comenzado a delegar nuestra capacidad de pensar y sentir. El problema es que justamente son esos cuestionamientos los que nos permiten darnos cuentas que seguimos siendo humanos y las respuestas a estas preguntas trascendentales son las que nos diferencian de un animal.

Pero tengo una mala noticia. Hay preguntas que ni siquiera Google puede responder. Porque son íntimas. Privadas. Propias. Preguntas que lamentablemente no tienen una respuesta, porque la solución está justamente en el proceso y esfuerzo que ponemos por resolverlas. Y eso es lo que nos hace humanos. Google puede saber qué pasa cuando alguien se enamora, conocer los síntomas o principales estímulos, pero es la persona la que lo siente y se reconoce enamorada. Si delega ese aspecto en un tercero, su propia relación finalmente se va a ver perjudicada porque carecerá de un descubrimiento. Lo mismo pasa con nuestra espiritualidad: mucha gente puede creer que Dios existe, pero el descubrirlo es lo que permite la relación y posterior desarrollo espiritual.

¿Y saben qué? Puede ser que realmente los síntomas de enamoramiento sí existan. Quizás, como dice wikihow en la página sobre el tema -que ha sido vista casi 200 mil veces- si no me puedo imaginar un futuro sin la persona o no dejo de pensar en ella, probablemente estoy enamorado. Pero si dejamos que un algoritmo responda mi creencia en Dios en vez de conversarla conmigo mismo, si nos centramos en ver los síntomas o en hacer un test online para descubrir si estoy enamorado en vez de cuestionármelo yo mismo o de al menos conversarlo con alguien, lo más probable es que terminemos con más dudas. Perdón por lo denso, pero alguien le tiene que responder a las 120.810 chilenos que preguntaron.