Caí yo también. Pensé que solo le pasaba a mis alumnos, pero no, nadie está libre. Es la actitud de buscar una app o tutorial para algo que no resultó a la primera. Es la actitud de que si algo es difícil, tiene que haber “algo” en el mercado de las apps más fácil para hacerlo. Quizás partió con los infocomerciales. Quizás se relaciona más a la cultura de que en solo 10 minutos al día puedes aprender un idioma, o que sin esfuerzo con esta dieta podemos bajar de peso. Nosotros sabemos que eso es mentira. “No pain, no gain” se dice en inglés, sin dolor no hay esfuerzo, pero queremos creer lo contrario.

Estamos apoyando a investigadores de la Universidad de Amsterdam para desarrollar un estudio en Chile. Quisimos probar el uso de WhatsApp para recordarle a los interesados en participar. Y claro, al ver que la Jose, una de los sociólogas de TrenDigital, estaba ingresando los contactos uno por uno, le dije: “NO, eso es muy difícil, busca una app o tutorial que te explique cómo pasarlos desde el Excel. “Import whatsapp contacts from Excel” puse en nuestro señor Google, y en menos de 30 segundos ya estaba el video mostrando cómo importarlos. Fue divino. Maravilloso. Había que cambiar unos datos en el Excel, “no, espérate, búscate la fórmula que te haga eso, así no pierdes tiempo”. Pero lo que no nos dimos cuenta fue que por buscar la fórmula y cambiar los datos, finalmente nos tomó más tiempo que hacerlo manual. ¿Cómo pasó eso, que el encontrar la solución tome más tiempo que hacerlo manual?

Porque estamos enfermos del mal del mínimo esfuerzo y vemos el mundo desde esa perspectiva. Obviamente algunas veces es necesario y la app o software son necesarios, pero es la actitud lo que molesta. De buscar siempre lo más fácil, lo que menos tiempo quite y más beneficios inmediatos entregue. Lo irónico es que finalmente tenemos menos tiempo para el resto.

Es más rápido y fácil el mensaje, ¿para qué vamos a llamar? Es que no lo quiero interrumpir. Mentira, no queremos llamarlo porque es más lento. Más difícil. Requiere más tiempo nuestro. Y no queremos compartirlo porque ya no somos tan cercanos como antes. Pero pucha que es lindo cuando recibimos un llamado en vez de un mensaje en Facebook para nuestro cumpleaños, ¿cierto?.

Acabo de volver de volver de la graduación del jardín infantil de mi hijo, que el próximo año pasa a primero. Se esforzó durante 3 semanas para aprenderse el diálogo de la obra. Era el protagonista. Ensayó muchísimo. ¿Y saben qué? Estaba radiante después de terminar la obra. Feliz. Porque se había esforzado. Sintió lo que en inglés se llama “accomplishment”, porque nunca antes había tenido que poner tanto esfuerzo para hacer algo. No buscamos en Google “cómo aprender un guión en 5 minutos al día”. Él tampoco buscó lo más corto. Hay un principio en el Talmud que es importante recordar: acorde al esfuerzo es la recompensa. Si vemos nuestra vida con ojos de infocomerciales lo más probable es que nunca podamos sentir la alegría verdadera del accomplishment.

Hoy lo digital nos impulsa a ello. Creemos que todo está a un click de distancia. Si bien podemos cargar bencina, realizar una transacción bancaria, pagar las cuentas, y hasta conocer gente con un click, la vida no funciona así. Soy nieto de inmigrantes. Ellos llegaron con una mano adelante y otra atrás. No sabían el idioma. Vendían seguros puerta a puerta. Se esforzaron muchísimo. No buscaron ese click. Si lo hubieran hecho nunca podrían haber dejado de ser pobres. Arturo Vidal, Alexis Sánchez tampoco buscaron el click.

Hoy Tinder nos dice que podemos encontrar al amor de nuestras vidas con un click. Quizás podemos conocer a alguien, pero no podemos tener esa vida de pareja con el click. Desarrollar una relación requiere esfuerzo, amor y dedicación. La sociedad digital nos invita a entretener a nuestros hijos con un click. Y después culpamos a las nuevas generaciones que no se esfuerzan. ¿Cómo quieren que lo hagan si ellos ven esa actitud en sus padres? Antes había que ser ingenioso para entretenerse. Hoy debemos tener la última tecnología para que ello suceda.
No estoy diciendo que no debamos aprovechar todas las maravillas que ofrece el mundo digital. Por supuesto que sí. Pero no podemos ver la vida solo en función de esas maravillas. Este fin de semana una nueva generación va a dar la PSU. Estoy convencido que ninguno de los que obtenga un puntaje nacional buscó en Internet cómo preparar la prueba con 5 minutos al día. No nos mintamos más. Felicito a todos los nuevos desarrollos que nos ponen a un click de nuestros objetivos. Pero es mentira que nuestra felicidad depende de ese click. Es mentira. Se llama la enfermedad del mínimo esfuerzo, y hay que tener mucho cuidado, porque se contagia principalmente por tutoriales y apps.