Por Gonzalo Bañados
Escucho conversar a dos amigas. Una dice que alguien respondió agresivamente a un comentario suyo de Facebook. Le muestra el texto a su compañera y esta última monta en cólera. Hablan y toman una decisión sobre qué hacer con la persona que reaccionó con violencia.
El caso es real y se explica porque existen, al menos, dos rasgos que favorecían las conductas agresivas en las redes sociales: a) la ausencia de un interlocutor cara a cara y b) la falta del contexto en que se desarrolla cualquier conversación personalizada: la comunicación no verbal . Me atrevería a aportar dos factores más: la prevalencia del texto – imágenes que pueden tener variada interpretación y la falta de una sanción social para quienes agreden. Todo juega a favor de una cultura de la violencia.
En enero 2018 alrededor de 2.167 millones de personas usaron Facebook en el mundo, según publica Hootsuite y el 44% correspondió a mujeres (955 millones). Si proyectamos que al menos el 10% de ellas recibió comentarios agresivos llegamos a que la cifra equivale a toda la población de Argentina, Perú, Chile y Uruguay.
Tuve la oportunidad de entrevistar a diez mujeres con el mismo perfil (entre ellas las amigas) y conocer qué responderían ante comentarios violentos. Antes, compartiré algunas opiniones comunes que tuvieron sobre este tema:
a) La agresividad es “baja” y “acotada”, pero no por eso menos preocupante. No bloquean a quien comenta.
b) Aparece mayoritariamente al compartir temas o informaciones públicas, de raíz polémica y que tienden a la polarización (por ej: temas valóricos, política).
c) NO identifican comentarios agresivos al publicar post de carácter más personal o familiar (pensamientos, viajes fuera de la ciudad, fotos con amigos, la familia, sus niños).
d) Al recibir un comentario “positivo”, lo “refuerzan” con un like o texto sólo para los más cercanos.
Además, el grupo muestra dos estrategias para enfrentarse la agresión.
Por una parte, La minoría intenta explicar nuevamente su punto de vista con tono respetuoso. Sólo lo realizan con su círculo íntimo. No continúan si la agresión persiste.
Y por otra, La gran mayoría – entre ellas, las amigas de esta historia- leen los mensajes y eluden una posible respuesta. Prefieren “dejar pasar” porque “no se llega a ninguna conclusión, aunque se trate de gente muy cercana”, no desean “perder el tiempo” y se evitan “mayores problemas”.
Frente a esta última decisión surgen una serie de preguntas: ¿qué pasaría si se mostraran más activas frente al tema? ¿Facebook sería igual?¿Las más jóvenes reaccionarían del mismo modo? ¿Son menos libres las que no responden?. Estas incógnitas quedan abiertas, por el momento. Mientras, millones de mujeres abren Facebook y leen detenidamente los comentarios a sus posteos.