Por Yecelis Durán
Hace algún tiempo alguien se acercó a preguntarme por qué no creábamos una asociación de venezolanos que pudiese transformarse en una especie de “Stadio italiano” o un “Club Providencia”, con socios dispuestos a pagar entradas por ingresar a este lugar de reunión. De esta forma, se podría “despertar y unir” a la comunidad venezolana.
Sin desmerecer la idea me pareció lógico señalar que buena parte de la interacción de la comunidad venezolana chilena no se encuentra dormida o a la espera de algún mesías que pueda congregarlos: ¡Solo tienes que mirar Facebook!
La necesidad de conexión entre una comunidad de extranjeros en su nuevo hogar existe desde que inmigración pasó a ser un hecho rutinario, de ahí nacieron asociaciones, grupos políticos y tabernas; que llevaron la batuta de organizar a las personas con un rasgo en común. Así que las funciones de Facebook aplicadas a la actualidad no son más que el uso de esta herramienta como extensión de un fenómeno recurrente.
Son múltiples las affordances, propiedades que encuentran los usuarios como posibles en un objeto, que han podido extraer los usuarios a los grupos: desde postear o encontrar información general, organización de eventos, promoción de negocios, creación de redes, ofertas de arriendo, etc.
Los grupos de Facebook cumplen con muchas de las características que busca un usuario digital: congregar a personas con intereses similares, permitirle obtener información relevante para él, producir contenido cuando lo considera necesario y brindarle una sensación de conexión/sentido con su nuevo entorno.
¿Por qué Facebook? Una de las características de esta plataforma es la posibilidad de poder identificar a los usuarios y poder brindarle, además, cierta seguridad y cercanía a quienes publican, creando una distancia social mínima, como explica Halpern (2016). Para esto, primero es necesario obtener la aprobación del administrador del grupo y, aunque se puedan escapar más de uno que no tiene las intenciones deseadas, si este comenta será rápidamente señalado por los usuarios.
Como cualquier organización donde participan miles de personas tiene sus retos: falta de organización, de etiqueta, pertinencia y corrección. Tal vez los mismos problemas que enfrentaron los inmigrantes al reunirse en algún bar cuando uno vociferaba más que otro; pero ahora estas discusiones quedan grabadas para el escarnio público y el cotilleo propio de la comunidad, medido en reacciones, comentarios y alcance. El tiempo dirá si evolucionará para refinar esta herramienta o seguirá el mismo procedimiento solo que en otra plataforma.