Por Valeria Vega
En un mundo cada vez más digitalizado hemos escuchado miles de veces acerca de los “millennials”; cientos de artículos y textos de cómo entenderlos, cómo venderles, su forma de ser, etc. Hemos aprendido que son la generación que busca hacer todo a través de aplicaciones y buscan el menor contacto físico para realizar actividades, por lo que las marcas han tenido que actualizar sus métodos de venta a sus hábitos de consumo. Sin embargo ahora podemos decir que esta es ya una generación vieja, vivieron los cambios pero no nacieron con ellos. Después del millennial llega la Generación Z, aquellos nacidos entre 1995 y el 2015, y de quienes ahora debemos aprender pues representan el 20.7% de la población mundial y en el mundo del marketing digital son los nuevos creadores de contenido.
¿Qué diferencia un Z de un millennial? En mi opinión el rasgo más importante es que son una generación mucho más realista, crecieron rodeados de terrorismo, crisis económicas y un evidente cambio climático, lo que los hace más consientes de la realidad en la que viven y no solo esto si no que además buscan hacer algo para cambiarlo o mejorarlo, son comprometidos con el entorno. Nativos digitales que dominan hasta 5 pantallas al mismo tiempo, celular, Tablets, computador, video juegos y televisión.
Según Expert, la unidad de investigación de la agencia Dentsu Aegis Network, son compradores tradicionales, pues prefieren las tiendas off-line ya que esta forma pueden ver la variedad de productos, investigar acerca de estos e incluso pensar en recibir muestras gratis para probar antes de comprarlos.
Los también llamados centenialls tienen proyecciones laborales distintas pues según un estudio de la consultora Reputation Leaders solo el 22% tiene aspiraciones a liderar su propia empresa; agregado a esto el dinero y la estabilidad representa una parte importante en su elección de profesión y empleo, así como la responsabilidad social de las empresas.
Aunque aún no representan un gran porcentaje en la economía, en poco tiempo formarán parte del mercado laboral y con esto su poder adquisitivo representará un considerable porcentaje. Las marcas tendrán una vez más que evolucionar para adaptarse pues ellos tienen la última palabra sobre lo que consumen, las obligan a ser empáticas, a personalizar, a ser seguros y estar centradas en el consumidor.